El conocimiento y la investigación portuaria

El Vigía 19/01/2015

En la mayor parte de las proclamas gubernamentales, tanto europeas como internacionales, se apunta la necesidad de contar y desarrollar potentes grupos de investigación en materia marítima-portuaria de cara a abordar los amplios desafíos económicos y logísticos. Sobre los trabajos académicos descansan las posibilidades de instrumentalizar proyectos, iniciativas y políticas que pueden contribuir a definir aquellas directrices coherentes, compactas e integrales capaces de evitar desajustes, despilfarros y externalidades negativas. Recientemente, la Unión Europea, al plantear su Estrategia de Política Marítima Integrada o cuando da a conocer su nueva Agenda Marítima para el crecimiento y el empleo, no hace más que llamamientos a los grupos de investigación y a los propios agentes económicos y sociales para que presenten iniciativas, proyectos y programas de trabajo. Esto es, se está buscando el apoyo y, sobre todo, las ideas de aquellos grupos de investigación que están operando en el campo de estas materias. La razón es bien obvia.

Desde hace mucho tiempo se tiene demostrado (y ahora Thomas Piketty, en su reciente libro El capital del siglo XXI, viene a corroborarlo) que la rentabilidad y la eficiencia de las inversiones en conocimiento y en formación son las más elevadas de todas las apuestas. Y, que de no efectuar dichas apuestas, una región/ país quedará rezagado y postergado durante mucho tiempo, ampliando su grado de subordinación y su nivel de dependencia. Dicho con otras palabras más rotundas: en la actualidad, los rankings de los espacios económicos no se miden en exclusiva por el PIB per capita de las mismas; sino por la cualificación y especialización profesional de sus habitantes. Dos datos llaman la atención de los mencionados llamamientos europeos. El primero es que la Economía Azul está patente en los números económicos. Se dice que hoy en día, más de 500.000 millones de euros es el valor añadido bruto del conjunto de las actividades relacionadas con el medio marino (con una alta probabilidad de llegar a los 600.000 millones de euros, en el año 2020). Y, el segundo dato procedente de los estu-Tribuna dios, es que el número de personas contabilizadas en el conjunto de estas actividades podrían subir de los 5,4 millones de individuos, a sobrepasar los 7 millones de empleos en el 2020.

Las políticas marítimas constituyen, en consecuencia, un “vehículo ideal” para estimular la Economía Azul en Europa, había declarado, en su día, la comisaria Damanaki. En la medida que los sectores de la Economía Azul son interdependientes y que comparten infraestructuras comunes y redes de distribución, no es menos cierto que son necesarias políticas comunes, armonizadas y coordinadas al objeto de evitar la existencia de “cuellos de botella” o “escapismos reglamentarios” en cualquiera de las dimensiones económicas, institucionales, sociales o medioambientales. Los encargados de adoptar decisiones necesitan comprender con claridad la complejidad del desarrollo marítimo-portuario. Un mayor conocimiento del mismo puede
permitir reducir no sólo riesgos, sino incrementar la eficiencia. Al mismo tiempo, también facilita la mejor comprensión de los factores de desarrollo portuario, abriendo la posibilidad de proporcionar una visión más multidimensional y una mirada más exacta de los retos existentes en diversos contextos. Porque, a fuer de ser más sinceros que nunca, las apuestas llevadas a cabo, enfatizando sobre un solo factor de desarrollo no bastaron para garantizar la eficacia; ni tampoco las soluciones se pueden adoptar desde un único vademecum; ni todos los espacios geográficos son, ni llegarán a ser iguales. Como bien se explica en las aulas académicas, cada área geo-económica tiene que hacer frente a diferentes problemas, aun cuando algunos de ellos son comunes, aunque con diferentes identidades e intensidades.

En España, en el campo de la investigación marítimo-portuaria, sobresalen una amplia proliferación de grupos, la mayoría de ellos muy consolidados internacionalmente. Una parte considerable de los mismos posee numerosos artículos publicados en las revistas más destacadas del planeta (las incluidas en el primer cuartil de los índices JCR); otros investigadores forman parte de los paneles de evaluadores de las mencionadas revistas y Agencias de Evaluación; y, unos terceros, han ganado convocatorias públicas y competitivas a nivel mundial, siendo, asimismo, consultores de organismos internacionales. Por eso, se puede afirmar que son élite en el campo académico y referencia en el de la investigación. A modo de ejemplo, se pueden señalar, a riesgo de olvidarme de alguno, al que ya de antemano pido perdón por mi ofuscamiento personal, la localización de los siguientes equipos de trabajo. En Cantabria, destacan las investigaciones sobre la eficiencia de los sistemas de transporte, y en concreto el portuario, junto a las publicaciones en lo que concierne a los cálculos sobre las huellas ecológicas en las radas portuarias.

En el recinto universitario de Asturias, se subrayan los estudios sobre las estimaciones de los efectos multiplicadores sobre la economía local/ regional de los tráficos portuarios, así como los efectos relacionados con el comercio exterior. En la Universidad de A Coruña, sobresalen los trabajos referidos a la conectividad y medición del foreland, los de sostenibilidad portuaria, y los relativos a las políticas de integración social. En el ámbito universitario gaditano, se estudian los impactos económicos. En la Universidad de Sevilla, el grupo existente afronta varios ejes de análisis: estudios de impactos, asuntos relacionados con la coordinación y regulación portuaria, y la economía de los cruceros. En Valencia, destacan por la publicación de análisis relacionados con la eficiencia portuaria, estudios económicos de terminales, transporte marítimo de corta distancia, y transporte marítimo y comercio exterior. En la Universidad Jaume I, de Castellón, se trabaja en los estudios relativos a los costes, a las relaciones con las economías regionales y a la eficiencia. En la Universidad de Barcelona, se concentraron en investigar la eficiencia y competividad portuaria.

En Madrid, los grupos ubicados en la Politécnica, abordan trabajos concernientes a los clusters de las terminales de contenedores o sobre el transporte marítimo por GNL, por ejemplo. Y, finalmente, en las universidades de Canarias sobresalen los trabajos vinculados con el comercio exterior, eficiencia, sostenibilidad y transporte marítimo de corta distancia. Perdemos una oportunidad De esta forma, se pone de manifiesto que la notable existencia de equipos estratégicos, situados a lo largo del perímetro costero español, es una razón más que evidente de la transcendencia que posee el conocimiento y la investigación marítimo-portuaria en España. Por eso, cuando en Europa se habla de la Economía Azul, todos estos grupos de profesores e investigadores saben con mucha exactitud de qué se está hablando; y cuáles son los intereses y el rol que debe jugar nuestro país.

Sin embargo, quedan en el aire varias preguntas: ¿son consultados por quienes deben adoptar decisiones?, ¿las decisiones adoptadas siguen los parámetros y recetas de los trabajos ya publicados?, ¿se estimula la creación de nuevo y mayor conocimiento para superar los atrancos existentes y formular recomendaciones más eficientes?. Con honrosas excepciones, y con singulares apuestas de ciertas autoridades portuarias e instituciones públicas, la respuesta es negativa. Es decir, estamos perdiendo.

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